Bajar del metro, empujar disimulada y maliciosamente a la gente que se interpone en el camino o que va lento, o que está feo, gordo, gorda, demasiado flaco o que parece cerebrito, vagabundo…Transbordar, renegar del olor, del costo del boleto, del clima, del suelo sucio, de las expresiones de la gente, de los que leen, de los que suben con carreolas, paquetes, de los que observan fijamente, de los que no bajan con rapidez, de los que avientan, de los que duermen, de los que hablan por teléfono…
Salir de la estación, odiar a los que inmediatamente al salir encienden un cigarro, a los empleados de ventanilla, a los guardias, a los que tienen auto, a los que andan en bicicleta a los que platican en voz muy alta, a los niños que lloran, que corren, que miran sin disimulo a los ancianos. Detestar la rutina del trabajo, a los compañeros, la computadora, la silla la corbata, el jefe y su voz, su aliento, sus labios gruesos, el portarretrato de su escritorio… Llegar al departamento, maldecir al tener que abrir el cancel, comer sin apetito, de prisa, con asco; bañarse estresado, preocupado, malhumorado. Dormir incómodo y soñar con un gigante descomunal: mallas azules, botas de lucha negras, calzón anaranjado arriba de las mallas, cinturón grueso con hebilla dorada, camiseta amarilla con manchas negras sin mangas, músculos marcados, muñequeras negras, pelo corto negro y rizado, bigote, moreno… baja del metro tarareando una canción que escucha por sus audífonos, se encuentra a un compañero de trabajo, lo saluda cordialmente platican mientras caminan, ríen, transbordan, critican al jefe, ríen. Él es enorme, cede su asiento a otras personas porque su cuerpo abarca mucho espacio, nota que lo observan, impresiona su tamaño, lo sabe y mira orgulloso a la gente como diciendo “lo sé, soy enorme”. En la plática conoce mejor a su compañero y éste se agranda hasta estar casi tan gigante como él.
Salir de la estación, odiar a los que inmediatamente al salir encienden un cigarro, a los empleados de ventanilla, a los guardias, a los que tienen auto, a los que andan en bicicleta a los que platican en voz muy alta, a los niños que lloran, que corren, que miran sin disimulo a los ancianos. Detestar la rutina del trabajo, a los compañeros, la computadora, la silla la corbata, el jefe y su voz, su aliento, sus labios gruesos, el portarretrato de su escritorio… Llegar al departamento, maldecir al tener que abrir el cancel, comer sin apetito, de prisa, con asco; bañarse estresado, preocupado, malhumorado. Dormir incómodo y soñar con un gigante descomunal: mallas azules, botas de lucha negras, calzón anaranjado arriba de las mallas, cinturón grueso con hebilla dorada, camiseta amarilla con manchas negras sin mangas, músculos marcados, muñequeras negras, pelo corto negro y rizado, bigote, moreno… baja del metro tarareando una canción que escucha por sus audífonos, se encuentra a un compañero de trabajo, lo saluda cordialmente platican mientras caminan, ríen, transbordan, critican al jefe, ríen. Él es enorme, cede su asiento a otras personas porque su cuerpo abarca mucho espacio, nota que lo observan, impresiona su tamaño, lo sabe y mira orgulloso a la gente como diciendo “lo sé, soy enorme”. En la plática conoce mejor a su compañero y éste se agranda hasta estar casi tan gigante como él.